I em van venir al cap un grapat de cançons de El Último de la Fila que formen part de la meva post-adolescència, que em van acompanyar en nits de guàrdia quan feia la mili a Zaragoza, que em van ensenyar a estimar la música, les cançons i la poesia.
Cançons com "Querida Milagros", "Son cuatro días", "Insurrección", "El loco de la calle", "Dios de la lluvia", "Trabajo duro", "Llanto de pasión"...
I entre totes elles se'm va aparèixer una d'aquelles cançons en les quals vaig entrar fins al fons.
La vaig escoltar, la vaig analitzar, la vaig utilitzar per fer una activitat amb els nens del MIJAC Valldaura quan jo era el monitor del grup dels més grans...
Una cançó existencialista, que parla de soledats i d'ideals, una cançó plena d'imatges poderoses, de sentiments a flor de pell... Una cançó que diu que som només el que portem posat i que la Terra no és res més que una pedra rodona.
Us deixo amb "La piedra redonda"
LA PIEDRA REDONDA
Lo que tengo lo llevo conmigo
en esta absurda bolsa y en este absurdo cuerpo,
lo que quiero está siempre tan lejos
quizás al final de este absurdo camino.
A veces cuando el sol se va,
tiñiendo de violeta la esquina del mar
comprendo que nunca tuve nada y que
muy probablemente nunca lo tendré.
Uuuuhhh!... sólo el beso de tu voz en el alma
Uuuuhhh!... y el perfume de tu cuerpo a mi alrededor.
Me siento tan solo, no sé en qué dirección correr,
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.
Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul
y abandóname colgado de tu luz.
En tu luz brillante de cuchillo
adivinaré la rosa y el clavel.
Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar.
A veces, cuando asoma el sol,
llenando de diamantes la quietud del mar,
me doy cuenta de que siempre fue así;
siempre estuve solo y siempre lo estaré.
Uuuuhhh!... cuántas veces soñando despierto.
Uuuuhhh!... creo verte entre la multitud.
En algún lugar alguien debería escribir
que este mundo no es más que una enorme piedra redonda.
Me siento tan sólo que no sé en qué dirección correr
como un pájaro raro, que llegó al festín de los monos.
Llévame, aire del camino
hasta donde nadie me pueda encontrar.
Llévame, aire tibio y azul
y abandóname colgado de tu luz.
Y en tu luz brillante de cuchillo
adivinaré la rosa y el clavel.
Llévanos, aire del camino
hasta donde nadie nos pueda encontrar.
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